Florencia Gleizer  es una bailarina, directora y docente. Con sus obras multiformato se ha presentado en diferentes festivales internacionales de danza, videodanza, música y tecnología. Dirige 808, grupo de performers que acciona en vivo en los shows de la banda electrónica experimental Proyecto Gómez Casa, presentandose en el CCK recientemente en el marco del ciclo Popcéntricos (2017). Este mismo año participa como performer del proyecto Captcha, dirigido por Andrea Saltiel.
En 2015 estrena NUBE NEGRA junto al colectivo de iluminación no convencional y construcción de espacios FLUXLIAN, proyecto con el cual reciben el subsidio del Itto. Prodanza 2014. Se presentan en Café Müller, Club Cultural Matienzo, Noche de los Museos 2015, Noviembre Electrónico 2016 (ccgsm), Festival de Danza de Bs.As. 2016 (Sala de Cámara/Usina del Arte). Ese mismo año es convocada por Prodanza como performer para participar en la performance de Apertura del Archivo Audiovisual, en el Centro Cultural Gral San Martín. Colabora desde 2012 con la banda Proyecto Gomez Casa en la creación e interpretación de performances que forman parte del show en vivo de la banda (Apertura Plataforma Futuro San Juan/IMPA/La Tangente/Teatro Margarita Xirgu/Festival Toque, Tecnopolis/Festival Conectar, Anfiteatro Pque Centenario/ Niceto Club/ C.C.
Matienzo/ Teatro Caras y Caretas/ Santos 4040/Konex). En 2010 dirige Aniquilar a la niña, proyecto multiformato (intervención, obra para sala, video, texto) que recibe el subsidio Prodanza 2009 e interpreta junto al músico Rodrigo Gomez, participando del MICA 2013, Noviembre electrónico 2014, Programa Formación de Espectadores 2015 y de múltiples festivales nacionales e internacionales. Formó parte del grupo de investigación de improvisación en danza GEPI entre 2011/2013, con el cual ganaron una beca de investigación del Fondo Nacional de las Artes. Programa y produce desde 2007 Formato Living, ciclo de improvisación entre 1 bailarín y 1 músico.
Actualmente desarrolla otros proyectos cercanos a lo tecnológico, donde se pone en hacke a los cruces e impactos que tiene las nuevas tecnologías en el comportamiento humano.

 

HolaMundo-Cultura: Florencia, venis de una trayectoria en espacios culturales con diversas improntas y experiencias multidiscilinarias, además de la intervención urbana ¿Qué rescatas de las posibilidades que abren esos recorridos en cuanto a la formación en danza?

 

Florencia Gleizer: Creo que en ese tipo de espacios hay mucha información interesante dando vueltaas más allá de la disciplina y que eso es muy nutritivo. Todo tipo de información: dispositivos, espacios, obras, músicas, imágenes, artistas de otras disciplinas, otro manejo del tiempo, otras formas de relacionarse, otras formas de estar, otras formas de hacer. Y que toda esa información puede enriquecer mucho a quien hace danza. Por otro lado, el público de ese tipo de espacios no suele ser público de danza. Entonces pone más en jaque la producción propia, en cuanto a si uno está en un lenguaje encriptado que habla de la disciplina sólo para los de la misma disciplina, o ponés en juego otras cosas que entablan una comunicación con los otros. Creo que el contenido, la estética, el manejo de los tiempos y las intensidades tienen un rol importante.
Además, en general en ese tipo de espacios no tenés mucho tiempo de preparación previa, ni de montaje, ni el mismo tipo de concentración que en una sala. Es un muy buen entrenamiento. Te volvés más resolutivo, con una escucha más aguda de tu entorno, y es otro tipo de presencia escénica, de llegada al público y de estrategias para sostener la escena.

 

HMC: Formato Living fue una experiencia de intervención no sólo urbana sino de espacios alternativos que son abordados por la danza y la improvisación. ¿Porqué necesitamos recuperar esos espacios? ¿Qué impacto genera exhibir allí una obra a diferencia de un espacio convencional?

 

Florencia Gleizer: Formato Living es un ciclo de improvisación de 1 bailarín y 1 músico que comenzó en 2007 en el bar Virasoro, Luego estuvo en fiestas, parques, casas, boliches, etc. La idea del ciclo era generar encuentros, generar un espacio para probar e intercambiar ideas, hacer sin necesidad de tener algo acabado. Entonces un tipo de espacio más descontracturado era indispensable para esa instancia de prueba, de laboratorio, pero que al mismo tiempo era un hecho escénico, performático en sí mismo. No eran obras que utilizaban la improvisación, eran pruebas, intercambios en vivo con público. Y un espacio más dinámico y descontracturado creo que potenciaba el perfil del contenido del ciclo. Creo que el espacio influye y es parte de la construcción escénica; entonces pensar qué tipo de espacio requiere cada tipo de acción, performance o hecho escénico es interesante. Lo mismo al revés, si voy a hacer algo en determinado espacio, no desoirlo y observar sus características, como por ejemplo la circulación de gente que tiene, sus ritmos, su funcionamiento, su luz, sus propios sonidos, etc.
Creo que salir a otros espacios por fuera de los convencionales es algo que está ocurriendo hace tiempo y es interesante. Nuevas características espaciales nos dan nueva información y nos despabilan, nos permite hacer cosas diferentes potenciadas por la singularidad de cada espacio. Nos enfrenta más con la realidad, a través de la devolución de ese público casual que no llega al teatro a ver una obra de danza.

 

HMC: ¿Cómo llegan la improvisación con elementos tecnológicos a tu obra?

 

Florencia Gleizer: La improvisación estuvo desde siempre, desde que empecé a bailar, que es desde que tengo memoria. Lo siento como algo imprescindible para investigar y encontrar nuevas cosas para la composición. Es para mí parte de la experimentación necesaria para conocer más acerca de eso que estoy queriendo trabajar, que me anda rondando en la cabeza y en el cuerpo; sea improvisación de movimiento solamente o sumado a las otras disciplinas en juego.
Los elementos tecnológicos llegaron por un lado por cierta inquietud en relación al mundo en el que vivimos; volcada en el contenido de las obras como el hecho de los constantes y abundantes flujos de información en los que estamos sumergidos, la demanda de inmediatez y la poca disposición de tiempo para los procesos, la alienización del hombre en este contexto, la importancia de la imaginación y de la capacidad de elección. Estos temas siempre están rondando mis producciones. Desde la puesta, yo imagino bastante cinematográficamente. No pienso sólo en el movimiento del cuerpo, sino en el todo perceptible como imágenes con movimiento y sonido con cierta duración en el tiempo. En Aniquilar a la niña, por ejemplo, trabajamos junto a Nicolás Richat (videasta) la composición de movimiento desde el cuerpo en vivo más el movimiento de videos emitido por dos teles y una proyección. La combinación del movimiento dado en escena desde todos esos formatos en simultáneo es lo que generaba la composición general, la imagen total. En Nube Negra, trabajando con los chicos de Fluxlian, apareció la construcción de diversos dispositivos creados por ellos, que nos permitían plasmar las ideas de las distintas escenas. Allí aparece mucho más lo artesanal, la exposición de los mecanismos, el aprovechamiento de la basura tecnológica, los principios del hardware hacking, el hacer con lo que se tiene. El modo en el que trabajamos es desde la experimentación conjunta en primera instancia, la iluminación a cargo de ellos no apareció al final del proceso de obra para “iluminar” lo compuesto, sino que luz, movimiento y sonido dialogan al mismo nivel de importancia, entendiéndonos en escena como tres performers donde algunos generan luz, otros movimiento, otros accionan de distintos modos.

 

808
HMC: Estamos en un momento donde naturalmente, los cuerpos están marcados por tecnología, el uso de dispositivos, la mirada y las sensaciones táctiles conforman mensajes que enviamos constantemente…¿qué reflexiones te trae reflexionando desde la mirada de la corporeidad y la escena de la danza?

 

Florencia Gleizer: Desde la aparición de la internet a esta parte se ha dado un cambio profundo en los modos de relacionarse y en las formas de trabajo. Ya no es necesario estar de cuerpo presente, la mayoría de las relaciones que mantenemos a diario se dan en el terreno virtual. Esto no es bueno ni malo, es una característica ineludible de la realidad. Nuestros cuerpos tienen apéndices, numerosos dispositivos que los comunican con los demás. Es mucho más fácil hacer todo desde tu casa, sin mover tu cuerpo de donde está. Y no paramos nunca de recibir innumerable información. El cuerpo recibe, pero sus tiempos para procesar siguen siendo los tiempos biológicos, que no van siempre de la mano del ritmo de la vida diaria. A su vez, la experiencia vivida, el olor de los otros, el contacto, son irremplazables, invaluables, necesarios. Creo que en todo esto se da un conflicto interesantísimo que atraviesa nuestros cuerpos en esta era y que la danza no puede eludirlos. No sólo no puede, sino que es un arma muy potente porque está en el meollo de la cuestión.

 

HMC: ¿Cuáles son los desafÍos que hoy te planteas para desarrollar nuevas propuestas que intervengan y pongan en cruce y cuestionamiento a la danza en este nuevo mundo digital?

 

Florencia Gleizer: Hay algo del cruce de formatos que me sigue interesando, de la virtualidad y el vivo y todos los matices que pueda encontrar. El cruce del código binario con la posibilidad de error más propia de lo analógico. También hay algo sobre la tridimensión y lo instalativo que me interesa, cómo articular allí diversos dispositivos en relación al movimiento y al sonido.